martes, 22 de noviembre de 2011

Los bajos: esos amables compañeros

Seguimos analizando la función de cada una de las secciones o cuerdas que forman un coro de voces mixtas, en esta ocasión hablaremos de los bajos.
Dícese de aquellos que cantan el último pentagrama de la partitura, escrito en una clave diferente, para que no lo tengan fácil, debiendo en ocasiones alcanzar tesituras tan graves que, más que escuchar sus voces, lo que se siente es una vibración que se asemeja a un pequeño temblor de tierra.
Es poco habitual encontrar voces puras de bajo en las audiciones de un coro de carácter amateur. Abundan mucho más los barítonos, que pasan a engrosar automáticamente la cuerda de bajos, en la que se desenvuelven normalmente sin problema... al menos aparentemente.
La vida del bajo no es sencilla. A ellos, más que a ninguna otra cuerda, se les suelen exigir tareas nada fáciles. Pueden cantar una canción entera sin articular palabra, pueden estar minutos repitiendo "bom, bom, bom" o "Tun, tun",pueden emitir esas notas graves que se hunden en los suburbios de su pentagrama en clave de fa, y de repente subir a territorio de tenor.
Todo lo dicho se suma a la dificultad de sus melodías, que no suelen ser pegadizas ni fáciles de memorizar, aderezadas por saltos de una nota grave a otra aguda y de nuevo a grave, a veces realmente complicados de afinar. ¡No es nada fácil la vida del bajo!
Sin embargo, ellos nunca se quejan ni protestan, se sienten orgullosos de su papel en el coro, y razones tienen para ello. Son la base sonora de toda armonía, los cimientos de este edificio formado por voces humanas. Para las contraltos, cantar con el apoyo de las voces de los bajos es fundamental. Para los tenores, también. Y para las sopranos, es imprescindible.
Cuando un coro tiene una buena cuerda de bajos, no sólo gusta al público que los escucha, se trata de algo mucho más profundo. Contar con unos bajos potentes, empastados, afinados, con las ideas claras, es algo que refuerza musicalmente al coro entero y hace estremecer a quien los escucha. Cuando el coro afronta un forte, la voz de los bajos es el cemento que une las demás voces y las dota de la fuerza necesaria. Cuando afronta un piano, la voz de los bajos dota a ese piano de expresividad y lo proyecta hasta el corazón de quien escucha.
Los bajos, además, suelen ser buena gente, exentos de divismos y generosos con sus compañeros.
Sirvan estas palabras como homenaje y muestra de agradecimiento a todos ellos; a Alfonso y Ramón, de nuestro "Guido d'arezzo", y a todos los bajos que cantan en otros coros, por ser tan imprescindibles en lo musical, y tan necesarios en lo humano.

Un abrazo a todos ellos!

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