lunes, 25 de enero de 2010

¡Música Sacra! Latín y otras lenguas

Confieso que el latín me aburría cuando lo tuve que estudiar ("¿para qué quiero saber latín si soy de ciencias?", me preguntaba), y he tenido que verme en estos divinos caminos de la Música Sacra para comprender la grandeza de dicho idioma.
Envueltos en estos tiempos que vivimos en una crisis mundial, en una moneda única, en la tan traída y llevada globalización, alianzas de civilizaciones y demás términos pretenciosos, necesitaríamos una lengua como el latín para unificar criterios y ser un poco más solidarios unos con otros.
Cantamos canciones de un compositor portugués, de otro compositor inglés, de un austríaco, de un español, de un italiano, de un francés... y todos se expresaron en la misma lengua, LATÍN. Que, además, es un idioma precioso para cantar, con la dulzura y la fuerza justas para ser expresivo, recogido, jubiloso o triste, en función del carácter de la obra. Con razón a alguien que sabe mucho, se le dice que "sabe latín". Cantándolo, se siente por qué fue la lengua madre de la que partieron tantas otras lenguas, se siente porqué no es una lengua muerta ni lo será jamás. Una lengua que consiguió y consigue unificar el sentir de quien compone Música Sacra, posee un valor que va más allá de lo que supone la Música en sí... Toca el alma de quien se deja envolver por ella.

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